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NO TODO ES COLOR DE ROSA EN EL JARDÍN DE NIKITA

Me hace abrir de piernas y agacharme hasta agarrar mis tobillos con mis manos (siendo elástica y flexible lo logro con facilidad). Des coloca los calzones delante de mí y explica, "puedes juzgar por tu cuenta cuando hayamos terminado". Hurga en el fondo de un casillero de metal sacando una vieja paleta de ping-pong y comienza a azotar mi trasero: cachete izquierdo, cachete derecho, izquierdo, derecho, hasta que recibo 20 golpes. Al principio parece suave, pero a medida que el recuento se alarga se vuelve más y más intenso. Quiero gritar un poco, pero sé que debo mantenerme muda para que los vecinos no nos oigan. Como si adivinara mis pensamientos, Des se inclina hacia adelante y deposita una rosa entre mis labios. ¡Debí parecer una bailarina de flamenco! "Solo mantén tus labios fijos en el tallo de la flor. Grita e intensificaré el castigo". Lo escucho tomar una foto, pone el teléfono frente a mí junto a los calzones y pregunta, "¿tenemos una coincidencia?". "No", reconozco, “todavía no". Puedo ver mi pene y mis bolas colgando libremente en la imagen. Espero que Des disfrutara la vista.

A medida que los golpes continúan aprieto fuertemente las nalgas y puedo sentir una acumulación de viento. Quizás no debiera importarme tanto, pero por alguna razón no quiero perder el control y trato de resistir el impulso de tirarme un pedo. ¡Nada bueno! Llegado el cachetazo número 39 lo pierdo, soltando un pedo bueno y largo. Des arremete con apuro los golpes 40 y 41, como si intentara rebobinar el pedo por donde había venido.

Llegamos al cachetazo 50 y Des anuncia que tenemos una coincidencia. Me muestra una segunda foto y acepto que mi culo ya está del mismo color rosado que mis calzones.

Espero (tal vez deseo) que Des solicite mis favores sexuales (seguramente querrá quitarme la castidad o al menos hacer explotar su pene en mi boca), pero luego noto la mancha húmeda en la cremallera de su pantalón y me doy cuenta de lo sucedido.

Des me hace girar, me pone los calzones en la mano y me empuja haciéndome trotar hasta la puerta de mi departamento. Me escurro hacia adentro, cierro con llave y pienso... Entonces, es aquí donde me encuentro ahora:

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