Mi aventura brasileña

El esfuerzo mereció la pena. Marcela tiene una de las pollas más grandes y a la vez más sensuales que me he echado a la cara. Porque eso fue lo que hice. Abandoné mis afanes en la parte norte, me senté en el borde de la cama y me metí su pollón, todavía flácido pero maravilloso en mi boca y sorbí con fruición hasta que empezó a ponerse a tono. Aquello ya no era tan fácil, aquello era enorme y me puse de pie para volver a disfrutar de su cuerpo y refregar su polla con la mía.
A todo esto, yo estaba en lo mío y no me había fijado en el 69 que estaban trajinando en la cama Lía y Joao. Cuando los miré vi el impresionante espectáculo del culazo de Lía y le propuse a Marcela que nos sumáramos a ellos. Nos quitamos lo que nos quedaba de ropa y nos acostamos. Yo acomodé mi verga al culo de Lía, que me tenía hipnotizado y empecé a refregarla.
¡Craso error!, esta maniobra dejo al descubierto mi flanco sur y de repente note el gigantesco pollón de Marcela, que había enfundado en un santiamén intentando entrar en mi modesto ojete. (Aquí debo decir que yo solo había sido pasivo una vez pero con una trans con una polla mas bien modesta). La sensación es como si me estuvieran intentando meter un kalashnikov sin lubricante. Me retiré y le explique a Marcela que no era pasivo y que además nunca podría recibir una herramienta como la suya, pero que me podía refregar lo que quisiera mientras yo daba cuenta del culo de Lía.
Y ahí llego uno de los momentos cruciales de la noche. Lía había dejado a Joao y había acomodado su precioso culo para que mi polla hiciera mejor su trabajo. Marcela se levantó a coger lubricante de su bolso y ofrecerme un condón y Joao había ido al cuarto de baño. Era como si hubiéramos pactado una tregua en la intensa batalla.
Marcela me puso el condón con la boca y me atizo una mamada memorable, mientras yo ordeñaba su pollón y Lía esperaba acontecimientos. Cuando ya tenía la polla como el mástil de la bandera le comí el culo a Lía (estaba deseándolo), le lubriqué el orificio y se la metí hasta la empuñadura.